31 de enero de 2008



¿Dónde te has metido, sombra?

Nadie va a entender, salvo tú.

Vuelve...

Para qué engañarme

Un magnetismo animal me guiaba al fondo de sus ojos. Adentrarme en ellos, era dejarme seducir en aguas paradisíacas, tíbias. Agua marina donde perderse.
Todos hemos camuflado nuestros puntos vulnerables alguna vez, adoptando una personalidad distinta, para salvaguardarnos de mentes peligrosas. Él aún no sabía que yo no era peligrosa. Y desenmascararle, era un reto casi obsesivo.
Nuestras miradas se midieron.
A un metro de distancia, bailamos en círculos, alrededor de un fuego imaginario. Y la situación se volvió inversa... de repente. Los flancos que cayeron, fueron los míos. Su boca hecha agua se metió en la mía. Su aliento caliente y mentolado, me nubló la vista primero, y se hundió en mi cuello después.
Sus manos se volvieron locas detrás de mi ombligo.
Se encaramó a mi cintura acorralándome contra la pared. Allí me crucifiqué ante él.
En un lugar entre la ficción y la realidad, inconfesable.
En un momento inoportuno, imperdonable.
De un modo casi salvaje, irrepetible.
Y como decía Ana Belén en Derroche:

El reloj de cuerda suspendido
el teléfono desconectado
en una mesa dos copas de vino
y a la noche se le fue la mano...
Una luz rosada imaginamos
comenzamos por probar el vino
con mirarnos todo lo dijimos
y a la noche se le fue la mano...
Si supiera contar todo lo que sentí
no quedó un lugar que no anduviera en ti.
Besos, ternura,
qué derroche de amor, cuánta locura.
Que no acabe esta noche,ni esta luna de abril
para entrar en el cielo
no es preciso morir.
Besos, ternura,
qué derroche de amor,cuánta locura.
Parecíamos dos irracionales
que se iban a morir mañana
derrochamos no importaba nada
las reservas de los manantiales.
Parecíamos dos irracionales
que se iban a morir mañana,
si supiera contar todo lo que sentí
no quedó un lugar que no anduviera en ti.
Besos, ternura,
qué derroche de amor,cuánta locura.
Años mas tarde supe, que amor, lo que es amor...
Para él sólo fue sexo.

casos extremos

Ayer tarde acompañé a una amiga al hospital, a conocer a su primer sobrino. Su hermano, un hombre de 45 años, está trabajando por cuenta ajena para una empresa privada. Su pareja, la madre del bebé, a la edad de 41 años , no encuentra empleo. Dada la situación económica de ambos, y tras haber decidido firmemente ser padres, han establecido una situación familiar peculiar: cada uno vivirá en casa de sus respectivos padres, y mientras no mejore la situación, el bebé permanecerá con la madre.

Otras parejas, en igual situación económica y en las mismas franjas de edades, han decidido no tener hijos. Pueden vivir en pareja, pero consideran que esa unión "no puede crecer".

Cuando matriculé a mi hija en el instituto, me sorprendió la incorporación de una nueva modalidad de estado civil, en la lista de puntación para la asignación de centro de enseñanza público. Las familias monoparentales sumaban 0,5 puntos al total obtenido. Por cierto, gracias a ese medio punto, conseguí plazá para ella en el centro mas próximo a casa.

El tiempo dirá, porque siempre habla.


23 de enero de 2008

T.

T. entró en mi vida hace ya un par de años. Tras varios meses de duelo, dícese del tiempo que cada cual necesita para llorar amargamente, regodearse en su propia mierda, y tocar fondo para coger impulso y comenzar el ascenso, la conocí. No llamó especialmente mi atención el primer día. Ni el segundo. Ni el tercero... y no precisamente por su culpa. Era yo la que no estaba receptiva en absoluto.
Hasta que un día, asomó a la superficie un detalle de su carácter, que me cautivó para siempre. Tímidamente, como un diminuto iceberg sobre un horizonte, resurge y se erige firme su principal virtud, la compasión. Cuanto más buceaba en las aguas de su personalidad, con más nitidez veía el fondo enorme, la base de ese iceberg. Han sido muchas las corrientes marinas que nos han arrastrado a ambas, las tormentas brutales que nos han azotado a ambas, los escollos traicioneros que nos han golpeado a ambas... y ahí sigue T.
T. siempre me escucha.
T. siempre me llama.
T. siempre tiene consejos para mí.
Ella, sin lugar a dudas, ha contribuido altruistamente con su infinito cariño, en mi renacer. En la persona que ahora soy.
Y yo, que a veces no estoy a la altura, sé que soy muy afortunada. Que pocos tesoros guardo en mi corazón, pero uno.. inmenso... es mi amiga T.

22 de enero de 2008

Voy a rescatar...

de un antiguo blog, un recuerdo, para Mercedes

Mercedes "la tonta"



De las pocas personas que a su paso por mi infancia, ha dejado una huella inmortal en mi corazón, ha sido Mercedes, a quien todos apodaban "la tonta".
Se rumoreaba que su madre la parió en el inodoro de su casa, y que al caer a la taza, se golpeó el cráneo, justificando ese incidente escabroso el de su apodo despiadado.
Rondaba los cuarenta años cuando mi abuelo la acogió en su casa. Su madre, perdido por completo el juicio, la echó a la calle. Deambulando, entró por casualidad en el patio de la casa familiar, entonces decorado con una bella fuente de mármol, peces de colores, y un musical chorro de agua helada. Allí la encontré por primera vez, observando sonriente a los peces al tiempo que les cantaba.
A mis cinco años, Mercedes "la tonta" era alguien especial para mí.
Cuando reía, sus manos sin uñas tapaban sus cuatro dientes grises, y se agachaba graciosamente como para esconderse, cayéndole al suelo sus gafas de cristal grueso, que había encontrado en un parque. Decía que con ellas, al ser mágicas, podía distinguir a las buenas personas entre las malas, a los ángeles entre los demonios.
Detestaba el agua caliente. Acostumbrada a lavarse con una gran esponja, jabón verde y agua helada, aún en invierno. No le importaba que me quedase con ella mientras se aseaba. Fueron los primeros pechos que vi. Los más bellos que jamás haya contemplado.
Como cualquier otro día, al volver del colegio, fui a buscarla a casa de mis abuelos, en la planta baja de la casona, camino de mi hogar en la planta más alta. Había desaparecido. Lloré amargamente varios días su marcha repentina.
Me contaron que su madre agonizaba en el pueblo, y que habían venido a buscarla para que se hiciese cargo de ella.
Su madre, tardó ocho años en morir.
En ese tiempo aprendió a escribir. Un día recibí un sobre mugriento, y en un papel cuadriculado, con una caligrafía pésima me explicaba que un demonio había venido a buscarla para cuidar de otro demonio. Que había llorado amargamente por no poder despedirse de los ángeles de casa. Y que me recordaba cada día.
Al poco de morir su madre, ella enfermó y murió.
Nadie supo explicarme de qué, ni cómo. O nadie quiso hacerlo.
Últimamente viene a mis sueños a menudo. Tanto, que creo que hasta que no cuente su historia, no los abandonará.
Pocas fuimos las personas que tuvimos el privilegio de conocer un alma tan pura. Yo era una niña. Ya no.
La finca fue vendida y restaurada por sus nuevos dueños al morir mis abuelos.
Ya no hay peces de colores, desapareció la fuente. Se fue la música del agua.
Pero al pasar por delante del antiquísimo portal, aún resuenan entre las columnas arabescas de mármol, las risas escondidas de Mercedes "la tonta".

20 de enero de 2008

Con las olas

He querido mojar mis pies desnudos en el mar.
He querido en una ola, su cresta besar.
el mar  se lleva el beso que soñé quererte dar,
igual un día...te lo haga llegar.

Tomo el testigo

Mi intrusión ilegal en el mundo de la blogosfera, fue gracias a E, quien fue mi maestro en muchas artes, mi amor platónico en una ocasión, y mi amigo siempre.
Gracias, E. Nunca sabrás nada de todo esto.

Pero una noche cualquiera, "Cuaderno de José" fue una luz, que me inspiró para crear este nuevo blog, desde una personalidad nueva, desde mi renacimiento. Me internaba en su cuaderno y observé que no colgaba nada nuevo. No creo en las casualidades, todo sucede por alguna razón, y mi última visita a su cuaderno cerrado, ha servido para que ese desconocido estrenara la lectura de este blog, y lo hiciera con un comentario que he agradecido e interpretado, como la entrega de un testigo virtual, que en pleno caminar, tomo fuerte, para seguir andando.
Para seguir avanzando.
Para seguir creciendo.
Agregando, agregando, agregando...

Gracias, quien quiera que seas.

19 de enero de 2008

Año par... 2008

Este va a ser el año... es un año par, y le estoy echando un par...

He recogido, a estas alturas, el árbol, y el belén.
He desarmado entero el trastero.
He tirado muchas cosas inútiles, que no sirven para nada. Aún peor, nunca sirvieron.
Las bolas viejas se tiraron ellas solitas de cabeza al contenedor, locas por jubilarse.
Juguetes viejos, herramientas oxidadas, puzles incompletos, repuestos rotos, recuerdos absurdos... ahí apareció de todo. Tan sólo conservé un pequeño conejito amarillo que viene acompañando a cada primogénito de generación en generación, y que encontró un hueco entre las guirnaldas violetas de este año. Dos enormes sacos. Me ha sorprendido el tamaño del trastero, lo vi enorme.
Sé que no habrá próxima Navidad en este casa. Sé que este año, nos mudaremos mi hija y yo. Ambas lo deseamos desde hace tiempo.
Este año estoy superando muchas cosas, porque ya empiezo a notarlo.
Me he liberado de mucho peso, mucho. Ya no guardo rencor, ni culpa, ni angustia, ni desesperanza, ni timidez, ni compostura, ni reparos, ni recuerdos, ni complejos, Lo he desechado todo. Y me ha sorprendido igualmente, mi espacio.
El trastero ha quedado vacío. No voy a llenarlo porque sé que me iré.
Pero en mí, ha quedado un enorme hueco, hueco que ya empieza a llenarse de aire fresco, atrapando voraz nuevos sentimientos, sensaciones, necesidades, deseos, esperanza. El vacío succiona atrapando sólo aquello que filtra la razón, que selecciona el corazón, y que mi alma agrega, agrega, agrega...