15 de noviembre de 2010

La ninfa

Al olor de una vela recién apagada,  al amparo de la noche sin estrellas ni luna,
una música suave abriga el silencio y su perro se acurruca escondiendo su hocico.  El mar está cerca, pero mudo. El viento cesó a media tarde y ahora nos deja ver en su superficie lisa los reflejos de las luces de otras costas cercanas. La magia se esfumó lenta, como el partir de un viejo tren de vapor, dejando humaredas de desazón en la estancia,  pues tomar decisiones inteligentes para la razón implica a veces moler el corazón apesadumbrado.
El tiempo a su paso inexorable puede trastornarlo todo en un chasquido de dedos. Quien sabe… igual la magia vuelve a engatusarla y vuelve a ser la ninfa de siempre. La seductora. La erótica. La que enamora sólo con sus ojos,  y con su voz embauca.
Ahora es humana.
La que siempre fue ninfa de bosques de vides, y creció entre parras.