15 de agosto de 2008

Todo va a salir bien





La tarde se presentaba envuelta en un suave y constante viento de poniente. La Tierra de despedía a popa, segura de sí misma, orgullosa. Entre vaivenes armoniosos aguardaba el regreso calculado de una tripulación novata.
El Agua cobraba colores más intensos cuanto más la costa se alejaba, e invitaba a su baile de gala. Las olas sin espuma cobraban mayor altura al compás aleatorio de su danza privada.
Me integré en el Aire, y me desbarató a su antojo.
Me fundí con el mar, y percibí su alma viva y grandiosa.
Elemento receloso a mostrar sus oscuros secretos, cerróse a la luz del sol, casi a cal y canto, y cobró color profundo. Mas permisivo, se dejaba acariciar por la quilla de un velero con rumbo condescendientemente admitido.
En el cielo, un salpicón de nubes se disipaba lento, al paso del palo que ata una vela que presume no flamear, ondeando firme y altanera.
Y mi fuero interno se incendió en el Fuego de la conciencia sosegada. Porque todo ha de salir bien, cuando se hace lo correcto.