20 de marzo de 2008

Un otoño cualquiera


Soplan aires de otoño,
refrescando calores que se resisten a marchar.
Cayeron las primeras gotas de lluvia,
limpiando con pereza todo cuanto  tocan.

Cayeron las primeras hojas,
aún sin dorar lo suficiente,
elevándose en el aire al capricho del viento  sin horas, pretendiendo volar.

El mar se niega a ser turquesa.
Vistió sus galas grises y marrones
 para no desentonar.

El verde ya no crece aprisa.

Pero esa enredadera
que germinó algo tardía,
trepa incesante.
 Asciende y se fija.
Crece y se enreda.
 Se asienta y se gira.
 Me atrapa y me acerca.
Mi cuerpo a tu cuerpo.
 Tu verde, a mi vera.