22 de julio de 2008

Ahora

En un repetido canto de voz madura,
matizada serena,
sostenida ahora
al compás de una brisa
ajena a las horas.

Perfumada con risas
al ritmo que evoca
una juventud desterrada.

Loca.

Con urgencia de danza de un cuerpo
que ahora abriga
un alma nueva que ansía y devora.

Bendiciendo la suerte
Que giró sorprendente
El destino anunciado
Del que ya nada espera.

Sobre la piel de siempre
Se escriben caricias nuevas.
Entre susurros hierven.
En su espera, queman.

Sin distancias que no se antojen ínfimas.
Sin temor, ataviado de absurdo.
Sin medida cuantificable.
Sin pudor alguno.