29 de octubre de 2010

A pesar de todo

Caminaban delante de mí, y no puede evitar oír su conversación.
Ella era una linda muchacha, jovencísima, bella y cálida. Su melena rubia y lacia se mecía al compás de su paso lento, porque vigilaba a su acompañante con mucha atención. Él era un niño,  pero no podría adivinar su edad, porque el síndrome de Down me confunde mucho,  sólo puedo decir que era muy joven y que su paso era alocado, y daba cabezazos cariñosos a su madre a la altura de sus hombros. Preguntó:
-         mamá ¿porqué papá pasa tan poco tiempo conmigo?
Ella,  muy acostumbrada a ese tipo de preguntas (porque no se sorprendió en absoluto) le contestó:
-         Cariño, papá trabaja mucho,  para que salgamos los tres adelante… ¿no lo sabes ya, cielo?
-         Si mami, pero es que tengo ganas de ver a papá…
-         Anda, vamos vida, que pronto papá llega a casa y le gusta cenar con nosotros. ¿me ayudarás a poner la mesa, como siempre?
-         Mami… ¿soy malo alguna vez contigo?
-         Jamás,  amor mío.

Me puse las gafas de sol, porque no quería que nadie viera que  me brotaban las lágrimas sin control alguno.

23 de octubre de 2010

Sin pensar




Y no me canso de mirarte…
quiero grabar tu rostro.
Aprenderte de memoria
y dejar de ser esbozo.

Hasta que pueda adivinar como te peina el viento,
Hasta que descifre tu boca sin verla
al compás  de tus palabras.
Hasta que tus silencios me relaten de ti
más que tu habla.

Hasta que sienta tu piel sólo al verla
Hasta que pierdas el miedo
Hasta que te sepa
Hasta que tengas el tiempo
Para que me entiendas.

Mil y una noches de inviernos,
cien años sin soledades,
veinte poemas de amor sin canciones desesperadas,
lo que el viento se llevó, al infierno.
Un memorial sin convento,
nuestras memorias por África.

En un continuo presente
para un hoy inmenso.
Que el mañana no represente
más que sucesiones de momentos
que ni podamos recordar,
que por bellos nos saturen
porque vamos inmersos
en un fluir sin pensar…


13 de octubre de 2010

La ausencia de un hijo menor




En mitad de una habitación vacía
donde antes hubo vida,
nuestras vidas,
nuestras risas,
y también lágrimas,
nuestras lágrimas.
Reproches y promesas.
Perdones y sorpresas.
Penas y alegrías.
Esperanzas e ilusiones.
Consejos, confesiones...
Abrazos de ternura.
Un futuro por delante sin censura.

Te fuiste tú,
y contigo tus cosas.

Aguardé durante meses en vano,
abrigando la esperanza de un regreso soñado.
Ya es una realidad:
No vuelves.

Nada me ata ahora a este lugar sin ti.
Marcho con cajas llenas y el corazón roto.
Marcho frustrada por tanto esfuerzo vano.
Porque seguir esperando es de locos.

El eco esta sobrecogido
como mi alma,
 y ha enmudecido.
Las paredes se miran atónitas
de verse desnudas.
Y yo despiezo  mis entrañas
para hablarte del vacío tan doloroso
que me roba la calma.
  
Os crecéis porque la ley os protege con desorden
y a las familias rotas se nos coarta la libertad
de educaros con los principios y los valores
con los que fuimos educados tiempo atrás.
Os sabéis con la potestad de echar a correr.
A dónde todo parece más fácil.
A vuestra otra casa.
Ése es siempre vuestro chantaje,
cuando no os gusta lo que hay.

Pueda ser, o no, lo mejor. Eso no os aqueja.
Los adolescentes sois egoístas,
pero aún no lo sabéis, ni os interesa.

El ciclo de la vida sigue su curso,
intento levantarme
a pesar de tu ausencia.
A donde voy, habrá lugar para ti,
cuatro paredes llenas de ganas de verte,
cuatro esquinas sin rincones,
un balcón lleva tu nombre
para darte el sol por mí.

Crecerás lo suficiente para entender
y por tu bien nunca estés
en mitad de una habitación vacía
Preguntándote el porqué.