13 de abril de 2008

Asalto

No se limita a cepillar-se al padre, ahora le cepilla el pelo a la hija... -bajó la cabeza y me escudriñaba por encima de las gafas. No había mala intención en su comentario. Haciéndome la sorda, pasé página a la revista, que por supuesto no leía, porque trataba de dar respuesta al montón de preguntas que me hacía mi conciencia... tan aprisa... a la vez que hacía comentarios triviales para cambiar el tema de conversación.
Pero me quedó suspendida una pregunta sin respuesta.
Esa incógnita desencadenó otro atropello de interrogantes.
Me asaltó el miedo.
A veces no se sabe qué hacer.
Sólo se tiene muy claro, lo que no se debe hacer.