24 de noviembre de 2010

El mar se burla


Cobras vida en el marLe susurró al oído una voz invisible.

Y se fue despojando de su ropa, avanzando hacia las olas. Acostumbrada al frío no sintió más que la embriagadora paz del regreso a casa. Se integró a  merced de la madre Mar. Se abandonó a la soledad de la playa, sumergiéndose en su azul de otoño, intenso y gris, tentador y sugerente.
Reconoció su hogar. Ahí permanecían aguardándola los corales rojos, que habían crecido tanto... La gran roca no se había movido un ápice y la cueva donde vivió su niñez había empequeñecido, quizás el liquen la había atrapado como a ella la vida humana, o los hongos, o quizás las algas. Las doradas, las herreras, los congrios, las mojarras, la gran morena que rondaba su cueva en leal guardia, un entorno que se iba acercando rápidamente dándole alcance. Cuando llegó a su cueva, en un instante todo oscureció… y en segundos una aterradora negrura la engulló.
Después, dicen que vería  una intensa luz blanca, que la devolvió a su estado humano, por última vez.

En memoria a Inmaculada. Se suicidó  hace ahora 15 años, ahogándose en el mar, por estas fechas. Sus familiares, amigos, y su pareja de entonces, nunca supieron las causas.
Para ninguno de ellos nada volvió a ser igual.

22 de noviembre de 2010

En un geriátrico

Eterna permanecerá en el lugar de siempre,  París,
En crecimiento constante y calibrado
velando en su historia carreras bajo la lluvia
de manos enlazadas que ansían subir
a dominar la ciudad desde el lugar sagrado
que ofrece las vistas privilegiadas
del ocaso fluvial diario.

Desde la cima de Eiffel,
Las aguas del Sena mecen las risas,
El viento ampara el temblor  de la carne
El frío esconde la piel erizada.
Sus ojos la siguen, sin prisas.
Sus brazos la aferran, con ganas.
Sus labios le gritan su sed.

París bien vale una misa
aunque ninguno crea en lo divino
las gárgolas no dan ninguna risa
y sin pausa el gran órgano
les embriaga los sentidos.
El tiempo se  congela.
Sus almas se zarandean.

Museos sin secretos
son testigos de besos regalados sin pudor
ante obras de arte que son historia
que han visto miles de historias de amor.

En el barrio de los pintores,
Allá en lo alto del Sagrado Corazón
a ella la  persiguen pincel en mano los artistas
y él vanagloria su suerte,  tonto inocente
que desconoce el hambre del Arte
que riega la plaza sin piedad, con horror.

La magia de aquellos días
gestó  años de felicidad
e hijos que ya marcharon
a vivir su propia vida.
Él, ya anciano y viudo,
le cuenta a  veces su historia…
a la enfermera de ojos almendrados,
habiendo perdido toda memoria,
salvo su viaje con ella a París.


A los amores que gesta París...


15 de noviembre de 2010

La ninfa

Al olor de una vela recién apagada,  al amparo de la noche sin estrellas ni luna,
una música suave abriga el silencio y su perro se acurruca escondiendo su hocico.  El mar está cerca, pero mudo. El viento cesó a media tarde y ahora nos deja ver en su superficie lisa los reflejos de las luces de otras costas cercanas. La magia se esfumó lenta, como el partir de un viejo tren de vapor, dejando humaredas de desazón en la estancia,  pues tomar decisiones inteligentes para la razón implica a veces moler el corazón apesadumbrado.
El tiempo a su paso inexorable puede trastornarlo todo en un chasquido de dedos. Quien sabe… igual la magia vuelve a engatusarla y vuelve a ser la ninfa de siempre. La seductora. La erótica. La que enamora sólo con sus ojos,  y con su voz embauca.
Ahora es humana.
La que siempre fue ninfa de bosques de vides, y creció entre parras.