
Sus pieles opacas se marchitaron acompasadas.
-Amor eterno -dijo ella un día.
-Amor te tengo-confesó el otro.
En esos días nadie sabía quienes eran. Se mezclaban entre los mortales, y pasaban desapercibidos. Sus risas eran privadas y se escurrían anónimas en el aire. Sus pieles eran tersas y el brillo de sus ojos compartido.
Crecieron y se hicieron.
No a semejanza.
Y se acoplaron en perfecta alianza.
-Amor eterno -dijo ella un día.
-Amor te tengo-confesó el otro.
En esos días nadie sabía quienes eran. Se mezclaban entre los mortales, y pasaban desapercibidos. Sus risas eran privadas y se escurrían anónimas en el aire. Sus pieles eran tersas y el brillo de sus ojos compartido.
Crecieron y se hicieron.
No a semejanza.
Y se acoplaron en perfecta alianza.
Ahora todos saben quienes son. Se los conoce como los locos de atar que se profesan amor eterno.
Los que se exiliaron a sí mismos de la monótona cordura.
Los felices.
Los envidiados.
Los nunca divorciados. Los raros.
Los que se han inmortalizado a sí mismos.
1 comentario:
Pues te digo que: muchas gracias por tu comentario, por seguir mi blog, por seguir con el tuyo para que podamos disfrutarlo. Yo también odio todo tipo de música estúpida, incluido el rap y el hip-hop (y no son cosas de la edad) Cuando oigo decir que el rap es poesía, siento náuseas.
Gracias por estar ahí.
Un beso
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