2 de abril de 2008

27 kilómetros, 27 años. (III parte)

Hice una escapada a Cádiz, para comprar las entradas de un concierto en Madrid para Julio y ver en directo a The Police. Necesitaba hacerme una revisión médica de rutina, y aproveché el viaje.
Con dos palmaditas en la espalda de aprobación, y con sosiego en el alma, me entretuve en mirar en un centro comercial la cartelera de espectáculos en la capital. Cuatro temporadas lleva el musical de mayor éxito en España, Hoy no me puedo levantar, con más de un millón de espectadores. Nacho Cano anuncia que será la última, que bajará el telón definitivamente este año. Puro marketing.

Visité a mi madre, que había encontrado entre los trastos algunas cosas que quería darme, entre ellas, una fotografía en blanco y negro donde aparezco con un vestido que aún recuerdo, que data del año 1972, donde por un instante vi a mi hija, y mi vinilo más preciado con su desgastada funda, con las letras a la espalda que tanto canté, con su piano nevado en la portada, con mi adolescencia impregnada en su olor a viejo, con los lomos rotos por el roce de los años, veintisiete años.

De regreso a casa, durante los 27 kilómetros de vuelta oyendo Kiss FM, a la que soy adicta desde que nació tímidamente hace seis años, mientras el Atlántico se deslizaba orgulloso a mis pies cruzando el puente levadizo que une la península gaditana de la península ibérica con el lugar donde siempre soñé vivir y las circunstancias me llevaron por puro azar, miraba con el rabillo del ojo al asiento del copiloto, y hacía balance de mis sueños cumplidos, de mi obra maestra, mi hija, que era mi vivo retrato, de las bestiales batallas que he librado y vencido, y tomé conciencia de mi fortuna, de mis tesoros, de mi presente.

En lo más alto del puente José León de Carranza, bajé a tope las ventanillas, el levante de siempre me despeinó, inspiré todo el salitre de mar que pude… y expiré pura felicidad.

2 comentarios:

Eloisemoi dijo...

siento perfectamente tus sensaciones.
No tanto lo del privilegio de ser mami...
me gusta tu mundo interior. A ver si me escribes un post de lo que se siente al ser madre me gustaría saber de cerca tus impresiones.
Avísame si te apetece hablar de ello ya sabes que ando ajetreada y "primaveral...
gracias por pasarte por el agüita:
besos del sur muy cariñosos

Claudia dijo...

Te digo que no hay sentimiento comparable a la nostalgia que se despierta cuando uno se pone a hurgar en un viejo ático, en un baúl abandonado o entre las cosas que la mamá siempre tiene para sorprendernos. A veces internarse en esos senderos causa un poco de pena, pero que bueno que, en tu caso, fue al contrario.
Un abrazo.