8 de diciembre de 2007

Un año más llega la Navidad

Y por más que busco a mi alrededor, no encuentro la clave para convivir con ella sin que me asalte una tristeza infinita.
Pereza de rebuscar entre las cajas del trastero, el árbol, las guirnaldas, las bolas, el portal de belén, y todas esas figuritas sin vida que fotografiaron un momento de la historia, que ni siquiera se sabe con certeza que ocurriese.

Y cada año, coloco a la virgen mirando a su retoño, al padre custodiando la entrada, al niño mirando a la vaca y al buey, a los reyes magos acercándose , regalo en mano, guiados por la estrella que mi hija pintó y recortó hace algunos años. Pendiendo de hilo, meciéndose a la suave brisa que levantas a tu paso frente al escenario frío e irreal, gira y gira, mostrando sus dos caras amarillo limón.

Salpico el verde de colores, intentando que las bolas guarden armonía. Propósitos de enmienda entre bola y bola, ruegos entre guirnalda y guirnalda, promesas por cada vela encendida, deseos de salud, paz, y amor para los míos. Y cada lágrima que consigue aflorar a mi rostro, recibe un manotazo rápido antes de que mi hija la vea.

Intento convivir con la navidad cada año.
E intento convivir con mi soledad cada día.

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